El pasado 27 de abril se disputó en nuestra ciudad la III
edición de la Sherry Maratón 2019, adelantada al sábado a cuenta de las
elecciones generales del domingo 28. Con diferentes pruebas, maratón (42 km),
media maratón (21 km) y promo (14 km), los tres DBM inscritos, Fermín, Gustavo
y José María nos enrolamos en la media distancia.
Esta iniciativa de promoción tanto del deporte como del vino
de nuestra tierra contó con muchísimos inscritos, unos 1200 locos de la cabeza,
destacando la presencia de muchos extranjeros, alucinados con la belleza de este
marco incomparable.
Desde muy temprano, sobre las 8:30 h y con la fresquita, nos
dimos cita en la Alameda Vieja, donde ya estaba organizado un espectacular
tinglado para la salida de la maratón (9:00 h) y llegada de todas las pruebas (arco
de salida, carpas para degustación de productos locales, guardarropa, ….).
Una flotilla de autobuses urbanos, no los más modernos
precisamente, sería la encargada de llevarnos hasta el punto de salida de la media
maratón, la Finca Romano, de González Byass, situada en medio de un mar de
viñedos. Con todo el personal ya en camiseta, cargado el autobús hasta los
topes, con presencia predominante masculina, llegó la primera y casi más dura
prueba de la jornada…. aguantar, sin desfallecer, el olor intrínseco del “macho
hispánico cabrío sudado con camiseta sin mangas” hasta que el autobús se puso
en marcha y empezó a entrar algo de aire fresco desde el exterior. Esos 10
minutos seguro que hicieron mella en todas nuestras pituitarias.
En unos kilómetros de tortuoso viaje, nos descargaron a la
entrada de la finca, una empinada cuesta arriba de más de doscientos metros,
preludio de lo que nos tenían preparado para la carrera. Cuando uno es veterano
y ya conoce el recorrido, avanza por la pendiente con paso firme y decidido, gafas
de sol impolutas, disfrutando del paisaje…… mientras que si eres novato, tu
mente no para de preguntarte qué haces allí , a dónde te has metido, por dónde
se va a Jerez, cuánto falta para llegar, cómo te va a seguir la ambulancia por
esos carriles…..
Muchas caras conocidas entre los 350 mediomaratonianos que
allí nos concentramos. Saludos, desagüe, algunas fotos, estiramientos, un breve
calentamiento y ya estábamos listos para afrontar el desafío: 21 km de continuos
sube y baja por pistas y carriles que conectaban los diferentes viñedos.
Gustavo decide salir en la parte delantera del pelotón, Fermín en el centro, y
yo prefiero salir el último e ir dosificando el esfuerzo. Alguien ha comentado
en el autobús que al final de la carrera hay que subir la cuesta de Picadueñas,
bajar la de la Chaparra y subir por la calle Encarnación hasta la Alameda
Vieja. ¿No las había más empinadas?
El recorrido no defrauda en absoluto… era lo previsible. Sube
sin parar cuestas muy inclinadas en la que no se atisba el final, en la que
numerosos corredores terminaban andando, y baja por endiablados descensos
interminables con el freno de mano cogido si no querías acabar probando la
tierra albariza. Eso sí, muchísimos avituallamientos con todo tipo de prebendas
(agua, bebidas isotónicas, frutos secos, chacina, picos, vino….). ¡Para vino
estaba yo!
Llegando a Jerez, cruzar la bodega del Grupo Estévez, donde
parecía que el tiempo se paraba con esa agradable penumbra, la temperatura
fresca, el olor a vino…. supuso una auténtica bendición para los que por allí
atravesamos. Relax que duró más bien poco, el tiempo de mirar al frente y
toparse con el “mortirolo” de Picadueñas, una pared casi vertical para unas
piernas que llevaban ya casi 20 kilómetros de esfuerzo continuado.
Y para terminar, el salto al cielo de la C/ Encarnación,
donde tan mal lo han pasado históricamente los costaleros jerezanos para bajar
los misterios y palios de sus hermandades, y que ahora nos “encanta” a los
runners modernos. La carita de yogur de pera en la línea de meta no te la quita
nadie…..
Gustavo destrozó el cronómetro, quedando el 17º en la
carrera, marcando un extraordinario tiempo de 1:31:05 h. Fermín, el 193º, hizo
2:02:17 h, y el último DBM, el 198º, 2:02:40 h.
Gajos de naranjas granizadas, chacina variada, pan con
aceite, frutos secos, agua helada y una copita de vino de la tierra nos
hicieron volver a ser personas y recobrar el aliento. Una experiencia exigente,
en un marco incomparable y con una compañía excepcional. Y por la tarde a
reflexionar…..
JM
Puntuación para el Olimpo DBM:
-
Gustavo: 100 puntos
-
Fermín: 90 puntos
-
José María: 85 puntos