sábado, 4 de mayo de 2019

DBM CORRE EN CASA: SERPIENTE MULTICOLOR EN LA CAMPIÑA JEREZANA


El pasado 27 de abril se disputó en nuestra ciudad la III edición de la Sherry Maratón 2019, adelantada al sábado a cuenta de las elecciones generales del domingo 28. Con diferentes pruebas, maratón (42 km), media maratón (21 km) y promo (14 km), los tres DBM inscritos, Fermín, Gustavo y José María nos enrolamos en la media distancia.


Esta iniciativa de promoción tanto del deporte como del vino de nuestra tierra contó con muchísimos inscritos, unos 1200 locos de la cabeza, destacando la presencia de muchos extranjeros, alucinados con la belleza de este marco incomparable.
Desde muy temprano, sobre las 8:30 h y con la fresquita, nos dimos cita en la Alameda Vieja, donde ya estaba organizado un espectacular tinglado para la salida de la maratón (9:00 h) y llegada de todas las pruebas (arco de salida, carpas para degustación de productos locales, guardarropa, ….).


Una flotilla de autobuses urbanos, no los más modernos precisamente, sería la encargada de llevarnos hasta el punto de salida de la media maratón, la Finca Romano, de González Byass, situada en medio de un mar de viñedos. Con todo el personal ya en camiseta, cargado el autobús hasta los topes, con presencia predominante masculina, llegó la primera y casi más dura prueba de la jornada…. aguantar, sin desfallecer, el olor intrínseco del “macho hispánico cabrío sudado con camiseta sin mangas” hasta que el autobús se puso en marcha y empezó a entrar algo de aire fresco desde el exterior. Esos 10 minutos seguro que hicieron mella en todas nuestras pituitarias.




En unos kilómetros de tortuoso viaje, nos descargaron a la entrada de la finca, una empinada cuesta arriba de más de doscientos metros, preludio de lo que nos tenían preparado para la carrera. Cuando uno es veterano y ya conoce el recorrido, avanza por la pendiente con paso firme y decidido, gafas de sol impolutas, disfrutando del paisaje…… mientras que si eres novato, tu mente no para de preguntarte qué haces allí , a dónde te has metido, por dónde se va a Jerez, cuánto falta para llegar, cómo te va a seguir la ambulancia por esos carriles…..


Muchas caras conocidas entre los 350 mediomaratonianos que allí nos concentramos. Saludos, desagüe, algunas fotos, estiramientos, un breve calentamiento y ya estábamos listos para afrontar el desafío: 21 km de continuos sube y baja por pistas y carriles que conectaban los diferentes viñedos. 



Gustavo decide salir en la parte delantera del pelotón, Fermín en el centro, y yo prefiero salir el último e ir dosificando el esfuerzo. Alguien ha comentado en el autobús que al final de la carrera hay que subir la cuesta de Picadueñas, bajar la de la Chaparra y subir por la calle Encarnación hasta la Alameda Vieja. ¿No las había más empinadas?


El recorrido no defrauda en absoluto… era lo previsible. Sube sin parar cuestas muy inclinadas en la que no se atisba el final, en la que numerosos corredores terminaban andando, y baja por endiablados descensos interminables con el freno de mano cogido si no querías acabar probando la tierra albariza. Eso sí, muchísimos avituallamientos con todo tipo de prebendas (agua, bebidas isotónicas, frutos secos, chacina, picos, vino….). ¡Para vino estaba yo!


Llegando a Jerez, cruzar la bodega del Grupo Estévez, donde parecía que el tiempo se paraba con esa agradable penumbra, la temperatura fresca, el olor a vino…. supuso una auténtica bendición para los que por allí atravesamos. Relax que duró más bien poco, el tiempo de mirar al frente y toparse con el “mortirolo” de Picadueñas, una pared casi vertical para unas piernas que llevaban ya casi 20 kilómetros de esfuerzo continuado.


Y para terminar, el salto al cielo de la C/ Encarnación, donde tan mal lo han pasado históricamente los costaleros jerezanos para bajar los misterios y palios de sus hermandades, y que ahora nos “encanta” a los runners modernos. La carita de yogur de pera en la línea de meta no te la quita nadie…..


Gustavo destrozó el cronómetro, quedando el 17º en la carrera, marcando un extraordinario tiempo de 1:31:05 h. Fermín, el 193º, hizo 2:02:17 h, y el último DBM, el 198º, 2:02:40 h.
Gajos de naranjas granizadas, chacina variada, pan con aceite, frutos secos, agua helada y una copita de vino de la tierra nos hicieron volver a ser personas y recobrar el aliento. Una experiencia exigente, en un marco incomparable y con una compañía excepcional. Y por la tarde a reflexionar…..

JM



Puntuación para el Olimpo DBM:
-          Gustavo: 100 puntos
-          Fermín: 90 puntos
-          José María: 85 puntos