Llevaba tiempo con el pensamiento, al menos una
vez en la vida… y éste tenía que ser el año. La ZURICH MARATÓN DE SEVILLA 2.019!
Así que allá que me fui a recoger mi dorsal en el Palacio de Congresos, ya nada
más con el chiringuito que había montado para la entrega de dorsales, era para
pensarse dónde me estaba metiendo…
Pero pronto llegó el día, sin haber corrido
antes más de 33 km, allí estaba el tío, en medio de la multitud (13.000
participantes) ya sin vuelta atrás. Menos mal que llevaba refuerzos, mi familia,
que me acompañaron pese al madrugón. Sin tiempo para pensarlo, asombrado por el
montaje y la organización del evento, empezó la carrera y con buenas
sensaciones fui pasando los primeros kilómetros, donde la gente parecía estar
muy alegre, charlando, como si no fuesen a pasar por el sufrimiento que estaba
por venir.
Gracias al apoyo de la familia en varios puntos
del recorrido, tomaba el impulso necesario para ir tachando kilómetros de mi
cuenta, pero irremediablemente, tal y como me habían pronosticado, llegó el
muro, el tío del mazo, el que te cuelga el ladrillo al pescuezo… que a mí me
aparecieron juntos allá por el 34. No sin dolor, con voluntad y el aliento a
cada paso del espectacular gentío de Sevilla, conseguí llegar a meta.
Prácticamente sin poder andar, totalmente
engarrotado, fui poco a poco volviendo a ser persona con la satisfacción de
haber conseguido mi objetivo. Así que, señores, se puede volver a decir: DBM
también estuvo allí.
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