lunes, 12 de septiembre de 2011

Pitu-trail nocturno. Un DBM en el podio !!

Carrera singular a la que nos apuntamos la semana pasada. Se trataba de un trail nocturno, y partía de Júzcar, pueblo al que la Sony, productora de la película Los Pitufos, había seleccionado para promocionarla. El resultado es que todo el pueblo (hay alguna excepción, todo hay que decirlo) está pintado de azul y sus habitantes están implicados con el tema claramente. Muchos van de azul y algunos disfrazados de Papá pitufo, Pitufo simpático, Gárgamel y hasta alguna Pitufina.



Según nos contaron en el pueblo, no fue demasiado fácil transformarlo al azul pitufo al estar denominado como pueblo blanco, pero lo cierto es que este pequeño pueblo de 221 habitantes recibe 800 visitantes diarios los fines de semana, con lo que esto supone sólo en ventas de camisetas y otros recuerdos. Al parecer este mes tienen una asamblea para decidir si lo dejan pintado de azul más tiempo.El pueblo en sí no tiene nada del otro mundo, y el mercado pitufo no ofrece ninguna rareza o producto extraordinario, para qué nos vamos a engañar, pero no deja de ser algo curioso. No recomiendo a nadie que se meta 250 kilómetros para visitarlo, pero si os coge de paso sí merece la pena verlo. Su gente además es muy hospitalaria y el entorno es precioso, en medio del Valle del Genal.



Después de esta "breve" introducción, la carrera. Lo primero el viaje, y es que salimos de Jerez en la super-furgo de Sergio con su cuñado Falín a las 4 de la tarde. Después de un viajecito de 2 horas y media que se nos hizo bastante corto llegamos al pueblo. Aparcamos en la carretera, ya que sus calles no daban para todos los coches que allí había y dimos una vuelta para conocer un poco el pitu-pueblo. Visitamos el pitu-mecado y recogimos los dorsales, nos cambiamos y con más de una hora de antelación ya estábamos listos.
Después de un pequeño briefing por parte del organizador de la prueba se dio la salida sobre las 20:15. El recorrido era de 14 kms con 600 metros de desnivel positivo y 1.100 acumulado. Se trataba de dos circuitos muy diferenciados. Primero se subía a la montaña por encima del pueblo y se bajaba de nuevo para pasar por el mismo para comenzar la segunda parte, en la que se bajaba hasta un río, se atravesaba y se subía por un sendero con mucha vegetación de nuevo hasta el pueblo. Ambos circuitos me parecieron duros.

En la salida Falín se despega con un ritmo fuerte y yo me mantengo controlando en lo que puedo las pulsaciones. Sergio se queda un poco atrás ya que no comenzó muy bien. La verdad es que desde el primer km teníamos que intercalar los "momentos running" con andar, ya que el desnivel era muy fuerte. Con Falín por delante me quedo en un grupo en la montaña del que no me separo. Al final nos quedamos 3 y ya en la cima me pongo delante dejándolos en la bajada, ya que apreté bastante con los frontales encendidos. La llegada al pueblo la hago en un grupo de 4 a los que pillé en la bajada. Seguimos bajando en dirección al río, pero en un repecho pierdo un poco de distancia con el grupito y decido aguantar porque sabía lo que me quedaba y estaba algo tocado del gemelo. En esto que alcanzo a un corredor pitufo que con poca luz y parecidas fuerzas había bajado también el ritmo. Con él llego al río, lo cruzo y tras una parte semi plana por una pista de tierra comenzamos la subida y la parte aventurera de la carrera.

Nos pilla parte del grupo que dejé en la bajada de la primera parte y seguimos juntos. Aquí ya es imposible correr salvo pequeños tramos, el sendero sólo da para una persona y todo está lleno de ramas, raíces y zarzas. Además, la oscuridad es total porque el bosque impide que la preciosa luna llena nos llegue mínimamente, así que dependemos de nuestros frontales y de las pisadas de nuestras ya cansadas piernas. Más de un tropezón pequé, aunque ninguno para ir a al suelo..por poco. Una de las partes más chulas fue al atravesar el río de nuevo, pero por una parte más profunda que antes, con el agua casi a la rodilla.
A falta de un par de kms (creo, porque aquí se me fue el gps que perdió la señal y no tengo más datos) me alcanzó Sergio que iba como un tiro en la subida. Intenté seguirlo pero me quedé detrás del grupo y sin tiempo de reacción lo perdí en la oscuridad. Tampoco quería arriesgar sin saber cuánto duraba la subida, ya que iba muy justo y el gemelo "quería llegar por su cuenta a la rodilla".
El resto fue más subida. Nos quedamos tres corredores y con cierta tranquilidad finalicé decentemente en el puesto 18 con un tiempo de 1:44:18 en una preciosa y dura carrera que me ha enganchado aun más en esto de la montaña. Sergio quedó el 14 pero hay que destacar la carrera de Falín, que quedó noveno y tercero de la categoría de veteranos, recibiendo su correspondiente pitu-trofeo. Y eso que se perdió durante un par de minutos. Lo tendremos que llamar el Killian del DBM, porque sube de lujo.

También hay que destacar la buena organización de una prueba que al ser nocturna es más complicada de balizar, y que entre los participantes hubo un perro (nos dijo el que/al que lo guiaba que ya había hecho hasta los 101 de Ronda...) y una familia con sus dos hijos de pequeña edad que la recorrieron juntos.



Después nos pegamos una duchita fresquita y cambio de ropa, recogemos un bocata y una cervecita y asistimos a la entrega de trofeos.  La vuelta a casa, lo más duro de la carrera, ya que lo que realmente tuvo mérito fue meterse otras 2 horas y media de carretera a las 12 de la noche, aunque la experiencia mereció la pena. Espero que más DBMs se apunten a la próxima de montaña, la Inferno Trail el 27 de noviembre, que promete emociones fuertes.

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